O porque mil mentiras repetidas mil veces no se convierten en una sola verdad.
Vivimos tiempos difíciles. No sólo por padecer una de las peores crisis económicas que la mayor parte de la ciudadanía recuerda. Sino también por la grave crisis social y política que la acompaña. Durante años hemos vendido nuestros derechos, nuestra democracia, nuestra participación... a cambio de la promesa de crecimiento económico infinito. Fascinados por el aura de triunfo inexorable del capitalismo, renunciamos a hacer preguntas, y sobre todo renunciamos a tener respuestas, aceptando que otros las tendrían por nosotros y nosotras.
Hoy en cambio, las preguntas se agolpan en periódicos, programas de radio y televisión, cafeterías, bares, autobuses... Toda la ciudadanía espera alguna respuesta que ofrezca una salida a la situación donde se nos ha conducido y adonde nos hemos dejado llevar. El problema es que el monopolio mediático de las respuestas sigue en manos de aquellos que nos han negado durante años el derecho a discrepar y que son los últimos responsables de la situación que padecemos.
Pero, paradójicamente, Bolonia es el único tema en el que los dos partidos mayoritarios parecen tener respuestas. Siempre las mismas y nunca contestando a las preguntas que la sociedad les hace. Pero tienen respuestas. Y, al mismo tiempo, esta cuestión es también la única de actualidad que posee detrás un movimiento social mayoritario y activo que recorre todo el Estado.
Pero ¿Qué es Bolonia? En base a las respuestas que nos dan, el proceso de Bolonia es una necesidad irremediable para la supervivencia de nuestra Universidad, es una obligación que no podemos esquivar, algo que ofrecerá una mejor adaptación de los y las estudiantes a nuestro mercado laboral. Un proceso de unificación de títulos en más de cuarenta países europeos, que permitirá avanzar más homogéneamente a las diferentes economías del continente, garantizando la libre circulación del conocimiento y la movilidad europea universitaria. Además, si se quiere también creer, es un proceso social, que no va a alterar el mundo universitario, que derivará automáticamente en una mejora de la calidad, y que permitirá una imbricación mayor entre Universidad y empresa al servicio del conjunto de la Sociedad. El problema, para nosotros, es muy sencillo. A partir de esta formulación genérica desaparecen todas las respuestas. A partir de aquí todo lo que existe públicamente es una invitación a tener fe.
No obstante, dejemos clara una idea: Bolonia no es, ni de lejos, lo que esa formulación genérica ofrece. O lo que es peor, lo es en lo peor y nunca lo será en lo mejor. Ante todo Bolonia es una iniciativa europea, si, igual que lo ha sido Bolkestein, la directiva europea de las 65 horas, la directiva retorno y el Tratado Constitucional Europeo. Y lo es porque, igual que todas las anteriores, se construye a espaldas de la sociedad y se intenta imponer a ésta. El llamado proceso de Bolonia, simple en su definición y complejo en su aplicación como estamos observando, es en este sentido heredero de la misma tradición neoliberal que marcó la aparición de esas otras directivas. Y responde a los mismos objetivos: mayor flexibilidad laboral, trabajadores a la carta, responsabilidad nula de las empresas, economía por encima de sociedad... No olvidemos, además, que la Educación es, casualmente, el gran espacio público aún no conquistado ni dominado mundialmente por la economía privada.
Bolonia o, como algunos defienden más correctamente, la sombra que viene con ella es una de las últimas ofensivas preparadas desde la Estrategia de Lisboa de 1998, que tiene como objetivo central convertir a la economía europea en la más competitiva del mundo, dentro del contexto de desarrollo pleno mundial del neoliberalismo que vivimos en esos años. En ese sentido podemos ser muy claros, y a partir de ahí la gente puede escoger sin problema su ubicación: Si, Bolonia es un proceso que originará una Universidad donde los valores de competitividad alcanzaran un carácter rector del estudio, por encima de otras cuestiones como la misma formación, la calidad o la cooperación entre estudiantes. Al mismo tiempo creará una Universidad más rentable económicamente, en una continua imbricación con la empresa que derivará en la puesta de recursos públicos al servicio de las empresas. Tendremos también una mayor capacidad de adaptarnos al mercado de trabajo actual, ya que este mercado se basa cada vez más en la flexibilización de horarios y la libertad de despido, dentro de un nuevo discurso social donde el trabajador aparece como el culpable último del problema de la empresa, nunca la gestión. Seremos más flexibles, con menos derechos al estar peor formados y con menos capacidad de respuesta. Tendremos una teórica mayor movilidad europea aunque simplemente sea por esa realidad de inestabilidad profesional que el futuro nos abre. Y habremos dado un paso más en la construcción de este sistema neoliberal que tantos beneficios esta dispensándonos.
Porque, reiterémoslo, Bolonia no es sólo lo que se nos dice. Bolonia es también la estrategia Universidad 2015, ya colgada en la web del Ministerio y que marca un paso más hacia el debilitamiento progresivo de la Universidad pública. Bolonia es el Tratado constitucional europeo, convertido ahora en tratado entre estados para obviar la voluntad ciudadana. Bolonia es la estrategia de Lisboa, y se complementa con la Directiva Bolkestein y los intentos de crear Jornadas de 65 horas.
Y lo que no podemos soportar es que se utilicen argumentos de los y las estudiantes para intentar imponer una reforma. El proceso de Bolonia NO es una renovación pedagógica, ya que una renovación y un cambio en la Universidad llevamos décadas demandándolo desde todos los espacios que hemos ocupado. Tampoco es una mejora de la calidad y la formación universitaria. Los nuevos planes de estudio, las nuevas titulaciones de grado no sólo no mejoran sino que empeoran la formación recibida por millones de estudiantes. Oponerse a este proceso no es convertirse ni en anti-europeo ni en reaccionario conservador de una institución que necesita cambios. Somos los y las estudiantes los que más veces hemos pedido construir otra Universidad y no hacerlo solos, sino implicando al conjunto de la sociedad, para que sea una Universidad de todos y todas y no una herramienta más del sistema neoliberal al servicio de unos pocos. Y somos a los que nunca se ha escuchado. Esa es la demanda central del movimiento estudiantil, de la que parten todas las demás.
¿Por qué? Porque Bolonia es ante todo una mentira bien construida ante la cual gran parte de la izquierda de este país ha mostrado incapacidad de respuesta (otra gran parte hace mucho que dejó de ser Izquierda, porque hace mucho que renunció a transformar cualquier realidad). Se nos presentó hace 10 años como oportunidad. Entonces quizás pudo llegar a parecerlo, inclusive a serlo. Hoy en día sólo es una estafa más de la oferta y el proyecto neoliberal.
Mientras que se pone el grito en el cielo por los pactos políticos con la derecha española en comunidades como Navarra o el País Vasco, estamos completamente tranquilos ante un proceso que se inicia con el respaldo de la derecha europea. Atacamos y criticamos todos los excesos neoliberales que nos han llevado a la situación actual pero creemos que la oferta educativa de ese neoliberalismo es la mejor posible para nuestras sociedades. Pedimos que se escuche la voz de la ciudadanía en todos los temas relevantes pero ante la multiplicación de encuestas donde los detractores del proceso superan a los partidarios, y, lo que es aún más grave, donde los desconocedores los quintuplican, nos quedamos callados. Exigimos movilización social para transformar la realidad y cuando esta llega desde miles de estudiantes les damos la espalda y aceptamos para ellos la carga peyorativa (y a veces física) de “anti-sistemas” o “radicales”. Es hora de plantearse donde queremos estar.
Hace unos pocos meses se celebró un debate en la UV entre estudiantes y equipo rectoral. Una de las intervenciones concluyó con una serie de preguntas al rector que éste nunca respondió. Las cuestiones planteadas eran sencillas. Simplemente planteábamos si la nueva reforma haría más pública a la Universidad, si garantizaba que continuará siéndolo, si preparaba y formaba mejores titulados, si ofrecía mejores perspectivas laborales, si ofrecía mejores perspectivas para una verdadera igualdad de oportunidades para todos y todas independientemente de su situación económica y familiar, si contemplaba medidas transversales destinadas a combatir las desigualdades que existen en su seno y en el de la sociedad, como la que continua siendo la de género o la de ser inmigrante. Si iba a contribuir a una mejor defensa y promoción de la cultura y la lengua de este país... En definitiva si con ella la Sociedad se iba a sentir más partícipe o no de su Universidad, y si esta se iba a acercar más a ella. De quién iba a ser nuestra Universidad.
No llegó ninguna respuesta. No se nos dio ninguna respuesta. Para Nosotros y Nosotras, desde una izquierda real y transformadora, que no puede mirar para otro lado, no queda más lugar al engaño. Sabemos donde se ubica la izquierda falsa, la que desde 1977 ha construido la mayor estafa política e ideológica de nuestra historia. Pero seguimos confiando y trabajando desde la Izquierda. Por eso, si negarse a aceptar una reforma que no puede responder a las preguntas mencionadas. Si oponerse a una reforma que se entronca con todas las medidas neoliberales europeas de los últimos años, promocionada tanto por Rajoy y Aznar como por Zapatero. Si oponerse a aceptar la imposición de un nuevo modelo universitario sin escuchar a los discrepantes pero tampoco a los que desconocen el proceso. Si todo eso significa ser anti-sistema y radical nosotros y nosotras somos anti-sistema y radicales. Y seguiremos en la calle con todos y todas aquellos que demandan una Universidad Pública, de calidad, que garantice un libre e igual acceso de oportunidades y que este al servicio de la sociedad antes que de la Economía.
Porque somos y seremos alter y anticapitalistas. Porque vivimos y conocemos la realidad capitalista. Y por eso no podemos compartir su modelo de universidad.
Jose Manuel Sanz Molinero
Coordinador JEUPV
Miembro de Acontracorrent-JEUV
Ex-Claustral y antiguo portavoz de Acontracorrent Universidad
Profesor-Becario en el Dpto. Hª Contemporánea-UV